domingo, 15 de septiembre de 2013

El capitán Juan

Tras el naufragio de la "estrella marítima", embarcación comandada por el heroico capitan Juan "de los mares", la tristeza invadió a todo el reino, especialmente al rey. Lo que todos ignoraban era que el capitán Juan no estaba muerto. Pues milagrosamente logró sobrevivir. Después de navegar durante largos días a la deriva sobre un trozo de madera perteneciente a la proa de su barco, agobiado por el hambre y la sed, logró alcanzar la costa de una isla perdida en los mares y deconocida para la humanidad. Ignorando lo que sucedió con los tripulantes de su embarcación, intentó sobrevivir como mejor pudo.
Mientras transcurrían las semanas, el capitán Juan se habituó muy bien en la desconocida isla;
construyó su vivienda y encontró el alimento necesario para vivir dignamente. Pero al poco tiempo sucumbió nuevamente en la desgracia. Fue tomado prisionero por una tribu que también habitaba en la isla, y vivió en cautiverio durante mucho tiempo. Pero su fortaleza y heroismo hicieron que el capitán Juan se ganase el respeto de los miembros de la tribu. Fue puesto en libertad y se transformó
en un guerrero más. Gracias a su valentía obtuvo el respeto de toda la comunidad.
Con los años, el capitán Juan logró merecidamente un liderazgo natural e indiscutible. Contrajo matrimonio con la hija del jefe supremo de la tribu, y a la muerte de éste se convirtió en el nuevo soberano de su gente.
Pero un día el capitán Juan comenzó a recordar su pasado, olvidado después de la tragedia de su embarcación.
Este acontecimiento ocurrió cuando inesperadamente arribaron a la isla soldados de su antiguo reino.
Todos los recuerdos regresaron a su mente.
Los soldados lo reconocieron y lloraban de alegría. El capitán Juan también desbordaba de felicidad.
Así nuestro héroe regresó a su reino y fue recibido con todos los honores.
Pero al llegar le advirtió a su gran amigo el rey, que su destino era gobernar y permanecer en la isla,
pues su corazón y su alma estaban allí, con su familía, con su gente y con su pueblo.
El rey le sonrió y le deseó de corazón toda la suerte del mundo.
Así el capitán Juan volvió a su querida isla y allí vivió hasta sus últimos días
con valentía y grandeza.

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