Volví del colegio. Me prepare un refresco y abrí el periódico. Empece a hojearlo. No sé por qué razón comencé por la sección de obituarios.
¡Dios, mío! Mi nombre figura en esa sección. ¡Estaré muerta?
En seguida, llame a la redacción del periódico y pedí una explicación.
Respire de nuevo cuando me dijeron que fue un error de imprenta.
En ese momento, resucite y me sentí nuevamente una mortal.
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