martes, 14 de octubre de 2014

El vampiro y la joven

Recorriendo las regiones medievales de Rumanía , me contaron esta leyenda.
La historia estaba centrada en una adolescente de dieciséis años que vivió en el siglo diecinueve (aproximadamente en el año 1860). Se llamaba Josefina. Nació en un hogar muy humilde. Sus padres eran aldeanos y en esa época el hambre azotaba esa comarca.
Josefina se enamoró  de un príncipe de otro reino. Lo conoció una noche en el bosque, mientras ella recolectaba moras, para distraer su insomnio. Su nombre era Henry Van Gellyn y tenía la mala fama de ser muy malvado. Muchos sostenían de que era un vampiro despiadado.
Se veían a escondidas, a la medianoche, porque los vampiros no salen de día.
La familia de la joven se opuso a esta relación, pero Josefina estaba decidida a continuar viendo al príncipe Henry Van Gellyn

-¡No puedes casarte con ese hombre! Se corre el rumor de que es un ser muy malo.

- El me trata como un caballero, padre. Y además estoy enamorada.

Josefina se escapó de su humilde casa y se marchó al castillo de Henry Van Gellyn.

-Eres bienvenida, querida, a mi morada. Desde este momento, tu corazón y tu alma me pertenecen, ja, ja, ja

Se casaron y su vida cambio.
Él era muy amable al principio, pero con el tiempo, descubrió que el príncipe era un monstruo.
La maltrataba, la torturaba y clavaba sus colmillos en su cuello todas las noches. Ahí descubrió de que era verdad lo que decían de él. Era realmente un vampiro. Tenía más de quinientos años de edad, pero parecía un joven de veinte años.
Josefina descubrió que cuando no se alimentaba con su sangre su apariencia cambiaba; se transformaba en un anciano. La sangre lo rejuvenecía.
Hacia siglos que llevaba jóvenes a su castillo, las transformaba en sus esclavas y bebía de su sangre para obtener la eterna juventud.
Encerrada en las mazmorras del castillo, Josefina se sentía muy débil y ya no quería vivir más.

-¡Déjeme en paz! ¡Por el amor de Dios!

-¡Harás lo que te ordeno o morirás! Tú decides, pequeña.

Pero su hermano mayor, Joe, no se olvidó de ella. Y como hacía años que no tenían noticias de Josefina, decidió ir a verla.

-Madre, prometo traerte a Josefina, aunque nuestro padre no esté de acuerdo.

-Eres un muy buen hermano, hijo.

Cuando llego a la región que el príncipe gobernaba, supo que su hermana era una de sus  esclavas.  Henry Van Gellyn jamás tuvo esposas.
Joe sabía que no podía enfrentarse al poder del príncipe, pues este era muy poderoso, por esa razón su plan consistió en secuestrar a su hermana y liberarla.
Debía llevar a cabo de día, aprovechando el descanso del vampiro. Por las noches, sería imposible.
La bruja del pueblo le dio una medalla de plata para protegerlo de los malos espíritus.

-Debes ingresar por la parte trasera del castillo. Allí encontraras un túnel subterráneo que te llevara al patio central. Una vez que estés allí, deberás dirigirte al subsuelo- lo aconsejo la bruja – Y cuélgate la medalla. Las mazmorras no están custodiadas. Solo debes llevar un martillo para romper el candado de la celda.

Josefina fue liberada del monstruoso príncipe Henry Van Gellyn.
-¡Gracias, hermano! Fui victima de esa bestia que me engaño y me hipnotizo durante años. Milagrosamente estoy con vida.No me convertí en vampiro, a pesar de que bebí de su sangre, porque no era mi voluntad.
-Los vampiros son seductores y manipuladores. Es un gusto, querida hermana, volver a tenerte con nosotros.
La leyenda no precisa que ocurrió con Henry Van Gellyn, sin embargo detalla que la joven fue recibirá en su aldea por muchísimos campesinos que la estimaban y la recordaban. Y como moraleja aprendió a dudar de los caballeros con fama de seductores y con vida lujuriosa.

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