jueves, 16 de octubre de 2014

La venganza

El juez Wikfield bajo el martillo y absolvió a los dos acusados. Gritos de desaprobación llenaron la sala. Era una verdadera injusticia.
Había una testigo que había visto a los sospechosos entrar y salir en la casa de Julia Parral, la víctima. Además, esa noche, escuchó fuertes gritos provenientes de esa propiedad. La testigo era una joven que vivía enfrente de la vivienda donde ocurrió el homicidio.
El juez alego que no se encontraron en el cuerpo de la víctima ni fluidos, ni huellas dactilares de los sospechosos.
La señora Nannis  apago el televisor. Se sentía indignada por ver el desenlace de ese juicio, transmitido en vivo. Vivía sola desde que enviudo hacia diez años. En el vecindario se decía que practicaba brujería. Ella se defendía diciendo que solo tiraba las cartas y predecía el futuro. Sin embargo, muchas personas aseguraban de que era una mujer malvada.
Se puso su sobretodo negro y salió de su casa. Tomo un taxi.
-Lléveme al cementerio.
-¿A esta hora? Es casi medianoche, señora
El cementerio estaba cerrado; por esa razón tuvo que trepar la cerca. Por su edad no le resulto fácil, pero lo consiguió. Uso unos cajones de madera que le permitieron llegar hasta la parte superior.
Se dirigió a la tumba de Julia Parral. Saco un libro de oraciones y se puso a rezar en un idioma totalmente desconocido.
-¡Te invoco para que regreses y cumplas con tu venganza! La justicia de los hombre te dio la espalda, por eso deberás hallar el camino que te conduzca a la luz.
Carlos Rodríguez, uno de los sospechosos, regresaba con una sonrisa en su rostro a su empleo. Había sido absuelto y se sentía aliviado. No fue tan difícil engañar a la justicia.
Repartía pizzas y tenía que llevar un pedido a un lugar bastante alejado de los suburbios. Miro un mapa y se subió a su motocicleta.
Después de recorrer casi todo ese barrio, encontró la casa. Toco timbre y una adolescente, de quince años de edad aproximadamente, con una capucha negra abrió la puerta.
-Pase, deje la pizza sobre la mesa.
Cuando el repartidor entró, la joven rápidamente, cerró la puerta.
-No cierres la puerta. Ya salgo.
La joven se quitó la capucha y el repartidor profirió un grito de horror.
-¡No es posible! ¡Tú estás muertas!
Julia Parral saco un cuchillo y acabo con la vida del repartidor de pizzas
Camilo reyes, el segundo sospechoso del crimen, se terminó de bañar y se preparó para disfrutar de una buena película. Su mujer salía con sus amigas y se sentía aliviado de gozar de un poco de tranquilidad. Llevaban casi veinte años de casados y la relación no estaba pasando por un buen momento. Celos, mentiras y gritos.
Abrió el refrigerador y saco una lata de cerveza, la llevo al living y se sentó en el sofá. La película estaba por empezar.
En un momento, se produjo una interferencia en el televisor y abruptamente se apagó. Inmediatamente se volvió a encender y una imagen fantasmagórica apareció en la pantalla del televisor.
-¡Dios! ¡Qué está pasando! ¿Tú? ¡Es imposible!
-Fueron muy astutos en limpiar la escena de mi crimen. Engañaron al juez y ahora pagaras por lo que me hiciste- replico la imagen televisiva de Julia Parral
Se produjo una explosión y el fuego se esparció por el living y por todos los ambientes de la casa.
Camilo Reyes y Carlos Rodríguez estaban muerto y el espíritu de Julia encontró, por fin, la paz.
La noticia de la muerte de los dos sospechosos conmociono a toda la comunidad. La policía inició una investigación para determinar si esas muertes tuvieron alguna relación con el veredicto del caso Parral. Sin embargo fue una pérdida de tiempo, pues no descubrieron nada.
La señora Nannis se despertó muy temprano. Todavía no había amanecido. Fue al baño a lavarse los dientes y se sobresaltó al mirarse en el espejo. Julia Parral se encontraba parada detrás de ella.
-¡Julia!
-Ya puedo descansar en paz, señora Nannis. Gracias por su intervención.
Y su reflejo desapareció para siempre.

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